Compartimos este interesante artículo publicado en la revista Catorze con 14 reflexiones del biólogo David Bueno durante una jornada educativa de la Diputación de Barcelona:
“¿Cuántos de vosotros recordáis algo de cuando teníais un año? Nadie. No aprendisteis nada, ¿verdad? ¿Y de cuando teníais dos años? ¿Tampoco nada? Nos puede parecer que como no recordamos nada, no importa lo que hagamos antes de los tres años. Cuando es justo al contrario: es, con diferencia, la etapa más importante que condiciona cómo será tu comportamiento, talante y carácter durante tu vida”.
El neurocientífico David Bueno nos explica que si (a excepción de vivencias puntuales) no podemos recordar lo que vivimos antes de los tres años, es porque el centro que gestiona la memoria en el cerebro todavía no está lo suficientemente maduro. Lo dice en la conferencia que hace en el marco del 28º Foro Local de Educación, organizado por la Diputación de Barcelona.
De las muchas curiosidades que el neurólogo ha explicado sobre el órgano más misterioso del cuerpo, nos quedamos con estas 14.
1. Treinta y seis horas después de nacer los niños ya quieren aprender lo más importante: las emociones. Aunque no vean bien, ya fijan su mirada en la de los cuidadores, porque es a través de la mirada que transmitimos nuestro estado emocional. Los niños tardan 24 horas más que las niñas a hacer este paso.
2. Lo que aprenden los niños antes de los tres años condiciona cómo será su carácter, su temperamento, como será su relación con los demás, cómo será su relación con el mundo del aprendizaje durante toda su vida.
3. Lo importante es estimular, no sobreestimular. Embutirlos de conocimiento no tiene ningún sentido. Debemos darles elementos motivadores para que, a través del juego, exploren. El cerebro vive la sobreestimulación como una amenaza, y es por eso que activa los sistemas de estrés. El estrés es el enemigo número uno del cerebro, porque bloquea la capacidad de aprendizaje y la capacidad de gestión emocional. Un cerebro estimulado (no sobreestimulado) partirá de más conexiones y esto incrementará la capacidad de aprendizaje, de establecer relaciones, y de ser críticos. Si les ofrecemos objetos para que, a través del juego, los exploren, cuando se cansen los dejarán y no llegarán nunca a la sobreestimulación.
4. Hay un experimento con niños de 2 y 3 años y golosinas. El adulto dice: “Tengo que salir un momento, no toquéis las golosinas y cuando vuelva os traeré otra”. Todos se las miran, hay quién se coge la mano (si son diestros, se la cogen con la izquierda), y ves como están empezando a madurar el control ejecutivo. Hay niños que se las miran, la tocan y la dejan. Hay quienes la huelen, la lamen y la vuelven a dejar. Cada cual tiene su ritmo. Son experiencias que debemos darles para que tengan situaciones que les permitan madurar.
5. Las zonas del lenguaje maduran por ensayo y error y por imitación. Primero, escuchando hablar a los adultos: los imitan y mientras se escuchan a ellos mismos, se comparan con los adultos y se corrigen. Este ensayo, esta repetición, hace que adquieran un lenguaje. Por eso, es necesario que haya modelos. Puedes explicarle a un bebé de dos semanas que le estás cambiando los pañales, parecerá que no te entiende, pero está incorporando el lenguaje. Y cuando llegue el momento, ya hablará.
6. El cerebro de los hijos que tienen familias que hablan y que cuando ellos empiezan a hablar los escuchan madurará muy bien. Son los niños que aprenden a leer con más facilidad. Porque para leer hay que tener todo el mecanismo del lenguaje maduro. Hay familias que se relacionan con palabras aisladas: ven, siéntate, come, duerme, calla, no molestes. Las zonas del lenguaje de los niños que viven en esta situación tardan mucho más en madurar, porque seguramente tampoco se les escucha cuando hablan.
7. Los dos últimos meses, el cerebro del feto ya incorpora conocimiento del exterior a través de la madre, del útero, de la placenta. Se ha visto que entre un mes y medio y dos meses antes de nacer el cerebro del feto ya incorpora el ritmo de la lengua materna. Podéis hacer el experimento: si tenéis un bebé que tenga suficiente fuerza en el cuello como para mover la cabeza, lo dejáis en una cuna, y en un lado ponéis a un adulto al que no haya escuchado nunca y que hable su lengua materna, y en el otro a otro desconocido que hable otra lengua; se girará hacia quien habla la lengua materna. Por eso, muchas veces, cuando lloran y oyen la voz de la madre o del padre, se tranquilizan, porque ya identifican el sonido. Aquellas parejas que hablan entre ellos y que su feto les ha oído hablar, el hijo aprenderá a hablar antes, porque ya ha quemado unas etapas.
8. Las cosas bonitas que dice la pareja a la persona que está gestando repercuten favorablemente en la integración de las redes emocionales de control del feto. Así que desde que nazca aquel hijo será más capaz de gestionar sus emociones. Cuando nos decimos cosas bonitas el cerebro que las recibe produce la hormona de la oxitocina, que es la que dilata el canal del parto en el nacimiento, estimula la producción de la leche para amamantar a los hijos, y también es la hormona de la socialización. Cuando estamos en grupo, si producimos más oxitocina, las redes neuronales de socialización están más activas. La oxitocina es capaz de atravesar la placenta, llegar al cerebro del feto, y estimular las redes de relación social y de control emocional.
9. Desde que nacen hasta los tres años el cerebro una de las misiones más importantes que tiene es adecuar la persona al lugar en el que vive para que pueda sobrevivir. Tenemos el instinto de la supervivencia en todas las células. Lo adapta modificando físicamente todas las zonas de la corteza implicadas en el comportamiento: la empatía, el lenguaje, el control emocional.
10. Por eso los niños aprenden a hablar sin que nadie se lo enseñe. ¿Cuántos idiomas pueden aprender? Al cerebro le da igual, los aprende todos y de todas las maneras, y esto no produce ningún efecto secundario. Dominar diversos idiomas es una ventaja brutal para el cerebro, y cuanto antes se conozcan, mejor. La única diferencia es que si alguien tiene tres idiomas para aprender puede tardar algo más, pero sólo uno o dos meses más.
11. El cerebro se fija en las relaciones sociales y las incorpora a los patrones de comportamiento que se mantendrán toda la vida. Se ha visto que los niños que viven en ambientes de alta conflictividad, el tipo de conexión que se hace en la zona de gestión emocional es ligeramente diferente de las conexiones que hacen en ambientes de relativa estabilidad. El cerebro se adapta a lo que encuentra. En un ambiente de alta conflictividad hay muchas amenazas, ¿y cómo respondes a una amenaza? ¿Pensando? ¿Deteniéndote y poniéndote a reflexionar? Me quieren hacer daño: ¿qué hago? ¿Pienso a quién aviso? ¿Dónde me escondo? Si me pongo a pensar qué hago ya estoy perdido; tengo que responder impulsivamente. Por lo tanto, los niños que viven en un ambiente amenazador serán más impulsivos y menos reflexivos durante toda su vida.
12. Todo es reconducible. Un aprendizaje en estas edades que sea desadaptativo (que genera conflictos) es reconducible en la niñez, en la adolescencia o en la edad adulta, porque el cerebro es plástico y siempre puede hacer conexiones nuevas. Pero aquello que se aprende de los cero a los tres años de forma automática en unas pocas semanas, si es suficientemente desadaptativo, después quizás hacen falta meses o años para reconducirlo, y a veces hace falta la ayuda de un especialista: un terapeuta, un psicólogo o un psiquiatra. Por lo tanto, esta edad marca la capacidad que tendrán para razonar, reflexionar, tener más conexiones para aprender. ¿Y cómo las podemos activar? Ofreciéndoles estímulos (como por ejemplo a través del arte y la creatividad, dejándoles lápiz, barro, música), para que los trabajen ellos, porque el instinto no es que me lo den todo hecho, sino poder explorar el entorno.
13. A un niño de tres años no le puedes decir: “Si acabamos esto ahora, mañana haremos tal”. Mañana para ellos es el infinito. Saben qué quiere decir mañana, pero si he hecho la cosa bien o mal ahora, la recompensa o la amonestación tiene que ser ahora. Si decimos mañana te quedarás sin patio, el cerebro no relacionará bien la amonestación con lo que es incorrecto. La capacidad de retrasar empieza en la adolescencia y termina de madurar hacia los 34 años.
14. ¿Cómo aprenden los niños? Por imitación. En el cerebro hay las neuronas espejo: si ellos nos ven motivados, les ayudamos a motivarse; si estamos contentos, les ayudaremos a estar contentos; si nos ven atentos en lo que hacemos, lo estarán más. A lo largo de la vida, el cerebro cambia constantemente, cada día cuando vamos a dormir es necesariamente diferente de cuando nos hemos levantado.
————————
Este texto es una traducción parcial del artículo publicado en la revista “Catorze” sobre la conferencia del neuorocientífico David Bueno en el marco del 28º Forum Local de Educación de la Diputación de Barcelona. Texto original en: http://www.catorze.cat/noticia/10016/apren/cervell/dels/anys
Foto de portada: jcomp / Freepik