¿Es posible conseguir que lo que aprenden vuestros hijos tenga repercusión en la sociedad? Sí, a a través de lo que se conoce como el aprendizaje servicio, un método de educación que consiste en aprender realizando un servicio a la comunidad. Es una manera de adquirir y fomentar conocimientos, capacidades, destrezas, habilidades, actitudes y valores realizando algún proyecto orientado al bien común.
Ejemplos de esta vinculación de contenidos educativos con acciones de servicio social serían el desarrollo de una campaña solidaria de captación de fondos trabajando matemáticas, preparar talleres de memoria desde la clase de lengua para estimular la memoria de los ancianos u organizar desde las ciencias una campaña de donación de sangre.
Según Roser Batlle, tal vez una de las personas que más sabe de la materia, el aprendizaje servicio presenta muchos beneficios, tanto para los alumnos como para el entorno:
- Los proyectos tienen un gran potencial para generar alianzas entre la escuela y la comunidad.
- Los resultados académicos mejoran: los alumnos aprenden más y mejor con esta metodología porque encuentran un sentido o una utilidad inmediata en lo que estudian.
- Mejora la convivencia en el aula y la inclusión social: chicos o chicas que en clases convencionales no tienen oportunidad de destacar, con este método, sí.
- Aumenta el sentimiento de autoestima y reconocimiento. Los estudiantes se sienten valorados y se dan cuenta que pueden ser útiles a los otros.
- Otro elemento motivacional: los adolescentes se descentran, dejan de mirarse el ombligo, de estar pendientes de sus historias personales para mirar afuera.
Detrás del aprendizaje servicio hay un reto de fondo que es intentar no disociar dos aspectos que socialmente están divorciados: el éxito educativo y el compromiso social. Dicho de otro modo, se trata de reconciliar el talento con el altruismo.